"Entendiendo juntos el desarrollo a través de la acción colectiva"

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martes, 2 de marzo de 2010

LA DESCENTRALIZACION Y EL DESARROLLO LOCAL

En su concepción básica, la descentralización es un proceso que está soportado en el trípode de lo político, lo administrativo y lo fiscal, con miras a fortalecer las estructuras territoriales subnacionales. Descentralizar lleva a pensar en entrega de poder, en autonomía de decisión y de control de recursos, y en mayores responsabilidades y competencias de regiones y localidades, de manera que pueda potenciarse la interacción y acercamiento entre el Estado y sus comunidades.
Los diferentes niveles y énfasis de descentralización permitirían hablar, entonces, de un Estado próximo o lejano. Ahora, con un Estado próximo o más descentralizado, se viabilizan los procesos de construcción de ciudadanía y se incide claramente en el grado de compromiso con el interés general y colectivo.
La dimensión y el alcance político, económico e institucional que posee la descentralización, exigen asumirla como parte de un complejo proceso de reforma, adecuación y modernización integral del Estado. El fortalecimiento de la sociedad civil y la acumulación del capital social, resultan afines a la descentralización.
La descentralización contribuye a promover el desarrollo local, democratizando los procesos sociales, aumentando la participación popular y reduciendo la injusticia social, aunque no ha sido suficiente para generar un desarrollo ampliamente difundido e igualitario en todo el territorio.

Las crecientes desigualdades sociales en el país han motivado la definición e implementación de una amplia gama de políticas públicas, en donde la descentralización se ha perfilado como uno de los paradigmas claves para contrarrestar las tendencias desestabilizadoras de nuestro orden social. La descentralización ha sido alternativamente una estrategia para responder a las nuevas exigencias del mundo global, y de cierta forma un mecanismo para legitimar al Estado en crisis.

Consolidarla y constituirla en estrategia central para alcanzar la autonomía y el desarrollo territorial, es el reto colectivo que se tiene hacia el futuro.

Aunque se ha avanzado en materia de descentralización, aún persisten iniquidades territoriales y desequilibrios en todo el territorio. Algunos de los problemas más sentidos obedecen a la planificación sectorial sin un claro referente territorial, alto deterioro en la calidad de vida poblacional, concentración del desarrollo en grandes aglomeraciones, promulgación de políticas homogéneas para un territorio diverso y heterogéneo, marcada exclusión social, conflictos de competencias entre instituciones de diferentes niveles territoriales, desajustes en las finanzas nacionales y territoriales, y recrudecimiento de los conflictos sociales y políticos, entre otros.

Así las cosas, la descentralización podría llegar a impulsar el desarrollo local, motivando la acción colectiva y generando capital social, que se traduciría en políticas mejor enfocadas y con más aplicabilidad, políticas impulsadas por la propia comunidad.
Lamentablemente, la cultura del subsidio – impulsada por el gobierno, actuando como Estado Paternalista – ha impedido que la población desarrolle su capacidad de acción colectiva, estancando de esta forma el desarrollo de las comunidades.

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