"Entendiendo juntos el desarrollo a través de la acción colectiva"

Hola, es grato tenerte visitandonos, en este blog podrás compartir conocimientos sobre economía y políticas públicas que nos permitan construir un mundo mejor ...

viernes, 5 de septiembre de 2014

ELEMENTOS CRUCIALES EN LAS TEORIAS DEL COMPORTAMIENTO ELECTORAL


 Por: Raúl Cortés-Landázury
Mónica María Sinisterra Rpdriguez

Los primeros estudios sobre el comportamiento electoral desde la economía, introdujeron el marco metodológico de análisis del sistema de precios de la teoría económica neoclásica al estudio del comportamiento político y del sistema político. Hotelling (1929) mostraría como el comportamiento de los dos partidos políticos principales, podría ser explicado en forma similar al comportamiento de dos duopolistas localizados en una calle principal, bajo la cual, la competencia política por controlar el gobierno, no sería muy diferente de la competencia entre empresas por ganancias.

Esta perspectiva de análisis, que también se conoce como análisis político espacial, permitía construir de manera formal, un marco de análisis del comportamiento de electores y candidatos por partido político. No obstante, ésta analogía tendría como resultante, varios inconvenientes a la hora de explicar sistemas multipartidistas, la permanencia de la corrupción en las instituciones y puestos públicos, entre otros aspectos relacionados con la heterogeneidad de los electores, y los sistemas de partidos. Problemas que en la actualidad, intentan ser explicados a través de un marco de análisis distinto, que introduce la información imperfecta, y la interacción estratégica entre los distintos agentes, que se conoce como análisis político estratégico, del cual el juego político del capítulo anterior es un ejemplo.

El estudio del comportamiento electoral tiene importancia, no solo por los elementos que afectan la decisión del ciudadano, sino también, por aquellos elementos que afectan la transformación de los sistemas políticos.

Podemos asumir sin lugar a dudas, que la base del análisis del comportamiento electoral,  está planteada en la ciencia política y la sociología, (Downs, 1957; Duverger, 1992; Campbell, 1965; Lazarsfeld, 1960; Lipset, 1959), sus principales implicaciones se pueden agrupar en tres enfoques básicos: El enfoque sociológico, el enfoque  psico-social y el enfoque racional.

5.1 Enfoque Sociológico


Algunos teóricos de la ciencia política (Lazarsfeld, 1960), han encontrado en estudios empíricos aplicados a regiones particulares, procesos que operan entre los individuos y que son determinados por factores como la educación, la adscripción a una religión, a un lugar de residencia, clase social, partido político, etc. para explicar la decisión electoral, y que inciden en sus reacciones como presiones externas del contexto colectivo.

De acuerdo con Lazarsfeld (1960), para un estudio en Kansas en Estados Unidos, los sucesos ocurridos en el periodo inter-electoral, lograron hacer mudar de posición a un número de votantes más de dos veces mayor, que lo logrado por los acontecimientos de la campaña. El número de votantes indecisos iba disminuyendo a medida que avanzaba la campaña, pero en lo tocante a las especulaciones sobre el ganador, las cifras mostraron una tendencia distinta.

En forma concluyente, Lazarsfeld (1960) considera que durante una campaña presidencial, la mayoría de los ciudadanos saben por quien votarán y creen saber cual candidato triunfará. La idea personal acerca del probable ganador, es un proceso interno que pasa por la predicción y la predisposición existente asociada al contexto, que ejerce una influencia radical sobre la decisión electoral.[1]

Es por ello, que factores como el grado de interés sobre el proceso electoral, determinan el valor de la relación entre la intención del votante y la predicción del resultado de los comicios.

5.2 Enfoque Psico-Social


Otro autor que planteó importantes aportes para el análisis de la decisión electoral es Angus Campbell et. al. (1965) en su clásico libro The American Voter. Su hipótesis básica es: la decisión electoral de los individuos puede ser afectada por las imágenes, actitudes y sensaciones que perciben de los candidatos, y en general, de la campaña electoral.

Según Campbell:

 “Los Actos de votación individual son el resultado del mundo político que forman las personalidades, objetivos y los partidos políticos y otros grupos de presión. El comportamiento del elector, depende no solamente de su identificación partidaria; sino también de las actitudes del gobierno frente a los asuntos públicos (asuntos externos) y la personalidad del candidato” (Campbell, 1965; 277).

 Esto significa que, el balance entre los antecedentes de los gobernantes y las percepciones sobre el futuro condicionan la decisión política – electoral. Campbell (1965) rompe con la tradicional visión que plantea, que los electores toman decisiones políticas de acuerdo al desempeño de las administraciones públicas, para afirmar que lo cierto es que también proceden, de acuerdo a la comparación de las imágenes de los candidatos[2]. Este factor es crucial, a la hora de determinar el análisis político de las políticas económicas, puesto que, si los políticos dentro de los cargos públicos y los candidatos, saben que los ciudadanos son de alguna manera indiferentes, ante las políticas económicas implementadas, esto es, ante el desempeño de las administraciones públicas,  probablemente, tendrán más incentivos para señalizar a través de las imágenes, características que no poseen, a menos que la señalización sea muy costosa. Estos son aspectos que se tratarán en el capítulo ocho de este libro.

Más aún, el problema de la credibilidad de la política económica, desaparecería, para dar lugar, al problema de la credibilidad de la imagen del político, y en este sentido, habría necesidad de buscar la correlación existente, si la hay, entre el éxito de un gobierno y su imagen política ante los electores.

En este sentido, el tipo de sistema político, se convierte en un factor radical para determinar qué partido tendrá al candidato ganador, con respecto a las estrategias políticas. Sin embargo, los partidos minoritarios responden frente a esas estrategias, a través de la ideología. Por tanto, la identificación partidaria hace que las mayorías no destruyan necesariamente, a las minorías.

Por otra parte, en su libro, Campbell (1965) examina los factores que determinan la acción política en el plano electoral, asumiendo una interacción dinámica entre el comportamiento de los partidos políticos, las acciones del gobierno y la imagen que se estructura desde la personalidad del gobernante y del elector.

En efecto, Campbell (1965) considera que los votantes toman decisiones sopesando las experiencias del pasado y la imagen que transmiten los candidatos en el presente. De esta manera, no descarta  que frente a la escasez de información de los ciudadanos sobre  las ejecuciones de la administración pública, sea la vía de la ideología  o de las lealtades partidistas, uno de los factores que medie en la elección de los ciudadanos, cosa que permite a su turno, sostener el andamiaje del sistema político.

 En consecuencia, se crea un ambiente donde las reacciones del electorado a la actividad política, son parte del contexto en que los partidos políticos operan, y el comportamiento de los electores tiene importantes efectos en el sistema de partidos.  En este punto, es importante anotar que aunque Campbell (1965) plantea en principio, un estudio de la decisión electoral, parece que su verdadero interés recae, sobre las consecuencias de las lógicas de transformación y estabilidad del sistema político, esto es, en las características de la institucionalidad política. En donde el sistema presidencialista norteamericano, parece ser la insignia y ejemplo, para aquellos países que ostentan democracias directas, es decir, los que operan por fuera del esquema de representaciones parlamentarias[3]. Este problema en general, lo adolece la mayor parte de la teoría política formal, en particular, porque adopta  marcos de análisis de la política, tomando como base los esquemas de funcionamiento de la sociedad norteamericana, sin involucrar las características de instituciones  de otras latitudes, esto es, existe un vacío desde la teoría, para proveer un esquema institucional de análisis, más general, en el cual encaje América Latina.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                          

Desde este punto de vista, se plantea por un lado, cómo las decisiones del elector están sujetas a factores de orden histórico, como la ideología; que provocan la sostenibilidad de la organización política en el largo plazo, como mecanismo de canalización de las tensiones y conflictos sociales; y por otro lado, factores de corto plazo, que tienen que ver con las percepciones cognitivas de los sujetos políticos, que provocan la alternancia (permanencias, alineamientos o re-alineamientos) de los partidos en el ejercicio del poder público, y que ocasionan, cambios no revolucionarios en los programas y figuras que representan a los partidos políticos.

En este sentido, Campbell (1965) avanza en la definición de sistema político cuando lo entiende como: “....un grupo de actores, una o más decisiones que tienen al menos controles legales y constitucionales, efectos e influencia  extensiva a los  grupos de actores que responden a la decisión...”.  Este concepto, permite integrar dos dimensiones del juego político: lo formal y lo real. En la primera acepción, se involucra lo que tiene que ver con la arquitectura legal, que se ampara en el llamado “choque de trenes”, apuntando al control del ejercicio del poder, mediante la división de las ramas del poder público. En la segunda, se da cabida a las dinámicas transaccionales, que plantean la diversidad de intereses de los actores en el juego político, y que forman parte de los ambientes en que se desenvuelve el elector.

No obstante, este autor no deja claro el papel de los medios de comunicación y todas las estrategias de marketing en la decisión del ciudadano. Así las cosas, las decisiones de los votantes, parecen estar desprovistas del contexto mediático que reconocen autores anteriores como Paul Lazarsfeld (1960). De otra parte, no contempla la incidencia del sistema electoral, como elemento que puede alentar o desalentar al votante, como tampoco explica el origen de las actitudes cognitivas que hacen que un elector se incline por uno u otro candidato[4]. Y finalmente, porque no son valederos los caudillismos políticos, que parecen poner en juego la estabilidad del sistema político, a partir de las decisiones del elector, en las democracias directas.

 

5.3. Enfoque Racional: La Relación Costo- Beneficio del Elector


El enfoque racional del comportamiento electoral introduce como componente básico en la explicación del comportamiento del elector y de los partidos políticos, la relación costo-beneficio y la lógica del sistema de precios, desde la perspectiva de la teoría económica neoclásica. Metodológicamente, éste enfoque fue cambiando en el tiempo, a medida que la teoría económica neoclásica también se transformaba, para tener en cuenta los problemas de información asimétrica, la tecnología, y la interdependencia entre distintos agentes, dando como resultado dos tipos de teoría sobre el comportamiento electoral. Las teorías espaciales de comportamiento electoral derivadas de los planteamientos de Hotelling (1929), y las teorías estratégicas de comportamiento electoral.

El enfoque racional asume que la mayoría de las sociedades adoptan alguna forma de democracia representativa, donde los ciudadanos no deciden directamente sobre la política pública sino que escogen representantes para que decidan por ellos.

La acción política se convierte en un resultado de la racionalidad económica, que lleva a que impere la división del trabajo, donde tanto partidos políticos como ciudadanos, responden a un mismo patrón de comportamiento: el racional, pero con intereses contrapuestos. Por tanto, la teoría racional del comportamiento electoral, pone de manifiesto la existencia de racionalidad económica en la toma de decisiones individuales, tal como lo haría la Teoría de la Elección (Debreau; Allais; ). La racionalidad económica, reconoce una intención en el comportamiento individual y supone que ésta intención es siempre, el logro del máximo bienestar o ganancia posible al menor costo de oportunidad.

5.3.1 Teorías Espaciales de Comportamiento Electoral

Según Downs (1957), uno  de los precursores de las teorías espaciales del comportamiento electoral, es acertado asumir un enfoque positivo de la acción política que pueda- entre otras cosas-  explicar los estímulos de las actuaciones del gobierno, a partir de motivaciones egoístas; más que desde un enfoque normativo, que considera al gobierno, estimulado por la maximización de la utilidad social. Advierte en la segunda perspectiva, una falta a la realidad; en tanto el Estado, se encuentra manejado por hombres de carne y hueso, que persiguen su máximo beneficio y la reducción del costo individual, enfrentados a las dificultades de la agregación de preferencias distintas, para formar una función de bienestar social que el Estado tendría que contribuir a maximizar.

Sin embargo, las decisiones de votación deben relacionar varios aspectos que no involucran tan sólo el beneficio individual, sino también una especie de beneficio social. Los beneficios relacionados con la elección de un candidato, pueden ser de diverso tipo. Habrá más beneficio siempre que exista la posibilidad de ocultar información, disponer de información que nadie más posee, o tomar decisiones de política económica por ejemplo, a favor de un grupo de presión particular.

En cada caso, para el votante mediano estos beneficios sólo se solidifican, una vez está adherido a un partido que agrupa sus intereses y los de otros similares a él, lo que le permitirá  presionar a través de acciones políticas, la realización de políticas económicas específicas en beneficio de su grupo (Olson, 1971; Downs, 1957).

Incorporando el análisis, que el denomina positivo de la acción pública, Downs (1957)  plantea la interacción entre ciudadanos y gobierno en la democracia, en dos planos: Uno donde existe información perfecta, y otro donde es escasa.


En el primer escenario, ningún ciudadano influye en el voto del otro, la persuasión no opera  y se pueden establecer claramente las intenciones de sufragio. Por el contrario, con la aparición de la ignorancia, la decisión de voto se difumina. Es allí, donde aparecen los persuasores y expertos en mercadeo político, se rompe la igualdad de derechos entre los ciudadanos, y se presenta una asimetría en la relación del gobierno con los ciudadanos, que crea ciudadanos notables (que dominan la información), y ciudadanos ordinarios (que reciben orientación de los primeros).

Sin embargo, estas decisiones son tomadas bajo un ambiente de incertidumbre e información imperfecta, que impide la asignación óptima de los recursos.  Lo que hace relevante, la modelación del comportamiento electoral bajo estas condiciones, como forma de acercarse más a la realidad.

Según el modelo de Downs (1957), información imperfecta implica que:
  1. Los partidos no saben exactamente lo que los ciudadanos desean.
  2. Los ciudadanos no siempre saben lo que el gobierno o su oposición ha hecho, está haciendo o deberá hacer, para servir a sus intereses.
  3. La información necesaria para superar esta ignorancia es costosa.
  4. Existen problemas de comunicación.

Más aún, el conocimiento imperfecto permite que en un mundo donde se supone que reina la distribución igual de los votos, la distribución desigual de la renta, de la posición y de la influencia, tengan una participación en la soberanía de la decisión individual. En ese caso, la acción política efectiva, exige los recursos económicos necesarios para hacer frente a los costos de información.

En términos generales, se puede implicar que bajo éstas condiciones, seguir una conducta racional, es equivalente a permanecer desinformado esperando que los demás paguen por esa información; más aún,“los partidos políticos no buscan realmente una ideología particular, más bien, buscan el poder solamente por la renta, la influencia y el prestigio que lo acompañan” (Downs, 1957; 101).


Según Downs (1957), la ideología resulta de la construcción de imágenes verbales de la “sociedad deseable” y de las principales políticas utilizables para crearlas. En un sistema electoral, las ideologías ayudan a centrar la atención sobre las diferencias entre partidos[5].

En este orden de ideas, la ideología se convierte también en un poderoso vehículo para la toma de decisiones, dado que virtualmente reduce los costos de informarse sobre aspectos complejos del bien común. Para este caso, el autor acude a H. Hottelling (1929), para concluir que si bien los electores pueden tener ideologías distintas, la situación más óptima, es la existencia de un régimen bipartidista, que con un electorado no polarizado, se acerque a opciones de centro.

En conclusión, “la apatía de los ciudadanos respecto de las elecciones, su ignorancia de los principales problemas, la tendencia de los partidos -en un sistema bipartidista- a parecerse el uno al otro, y el carácter anti-consumidor de la acción gubernamental, pueden explicarse lógicamente como reacciones eficientes de la información imperfecta en una democracia amplia” (Downs, 1957;110).

Uno de los modelos más destacados de la competencia electoral en el análisis espacial es el llamado Votante Mediano.

El modelo del votante mediano (Ver Recuadro 5.1), indica que bajo la regla de la mayoría, el votante mediano determina en cierto sentido  los resultados de las elecciones. El votante mediano está en la posición intermedia a la hora de decidir. Con esto el candidato adoptará un conjunto de posiciones que reflejen la posición o las preferencias del votante medio de su partido para ganar su denominación como representante, luego acercará sus puntos de vista a los del centro político, cada vez que se enfrente a otros oponentes, a su vez, éstos reorientaran su campaña hacia el votante mediano del total de la población.



5.3.2 Teorías Estratégicas de Comportamiento Electoral

Las  Teorías Estratégicas del Comportamiento Electoral suponen que las decisiones que se toman en el juego político de las votaciones, se realizan bajo incertidumbre e información imperfecta, por lo tanto, el comportamiento de los agentes políticos es estratégico, en el sentido que tiene en cuenta, la interdependencia entre las acciones de un agente con las de los demás.

Generalmente, bajo los supuestos de incertidumbre e información imperfecta, el mecanismo de precios tiene problemas para asignar eficientemente los recursos económicos, por lo que surgen fallos de mercado, externalidades y bienes públicos.

En presencia de bienes públicos[6] o de bienes indivisibles, cada individuo tiene siempre motivos para evadir su participación en el costo de obtenerlos, o mejor aún, cada individuo tiene incentivos para evadir los costos de obtener éstos bienes. Si dicho individuo supone que el comportamiento de los demás está dado, el que reciba o no beneficios, no dependerá de su propio esfuerzo, pero el costo de la contribución en cambio, si requerirá su propio esfuerzo.

Por tanto, al igual que en el dilema del prisionero, si todos los individuos actúan racionalmente, el resultado es que nadie paga por la información, y no se generan beneficios.

El proceso de elección social a través de la regla de la mayoría, es un claro ejemplo de un fallo en la asignación de los recursos de la sociedad. En un proceso electoral, los candidatos ofrecen a los electores, un conjunto de temas o asuntos sobre los cuales los individuos manifiestan una preferencia. Estos eligen los candidatos que  representan en forma más adecuada sus necesidades colectivas. Sin embargo, existen  problemas para revelar sus preferencias a través de la decisión mayoritaria, en la mayoría de los sistemas políticos, en particular, las democracias.

El suministro de un bien público cuyo beneficio total es mayor que su costo total, aumenta el bienestar de la sociedad. Sin embargo, la decisión por mayoría no siempre da como resultado una asignación eficiente.  Esto es, puede haber ineficiencia en la producción de un bien público y por tanto, por asignación excesiva o insuficiente de recursos a ese uso particular. Efectivamente, el gobierno puede fallar en proporcionar bienes públicos cuya producción es económicamente justificable, mientras proporciona otros que no lo son.

El problema aquí, es que los consumidores individuales pueden obtener cualquier bien privado una vez han revelado su verdadera preferencia por éste, y poseen capacidad de pago, aunque ese bien no sea preferido por los demás; pero éstos mismos consumidores, no podrán adquirir fácilmente bienes públicos, a menos que sea aprobado por la mayoría. Por tanto, debido a que no incorpora la intensidad de las preferencias del elector individual, el voto por mayoría puede dar lugar a resultados económicamente ineficientes. Es aquí, donde entra la acción de los grupos de interés y la negociación de votos, que se convierte, en una forma coordinada de resolver las ineficiencias asociadas a la votación por mayoría[7].

En otras palabras, la votación por mayoría se convierte en una forma de representación. Según Duverger (1992), la representación, fenómeno ligado directamente con las democracias, es un estado de hecho, el elegido representa al elector en el sentido en que existe una semejanza entre las opiniones políticas del electorado y las de los políticos elegidos. Y el sistema electoral responde a esta representación, en la cual las mayorías gubernamentales adoptarán la posición que les permita mantener el poder. A ésta forma, también se le conoce como votación por mayoría donde el candidato ganador se lleva todo. Su principal implicación es la Ley de Duverger en la cual, bajo votación por mayoría, en un sistema electoral pluralista tienden a existir tan sólo, dos partidos políticos.

Por el contrario, en democracias que usan sistemas electorales de representación proporcional, a menudo tienen muchos más partidos que ganaran una representación substancial en la legislatura (Myerson, 1996).

Otra consecuencia importante, de la  información asimétrica, son los llamados problemas de agencia, en los cuales, existe un principal que posee información imperfecta sobre el esfuerzo que realiza un agente al ejecutar una tarea (Kreps, 1991). La solución a los problemas de agencia proviene de la búsqueda de soluciones coordinadas a problemas de información asimétrica, riesgo moral y selección adversa, a través de acuerdos, convenciones sociales, y otras formas de coordinación que garantizan una compatibilidad de incentivos y la llegada a un equilibrio.

Se requiere entonces coordinación de las acciones para obtener un resultado ganancioso para todos. Una forma, “la clásica” de coordinación es a través de un acuerdo explícito en el que todos obedecen a un poder o agente central, que a través de la norma o un conjunto de reglas claramente especificadas, obliga a todos los miembros del acuerdo a cubrir el costo (membresía).

Por tanto, cuando los oficiales o agentes del gobierno, están sujetos a riesgo moral y observancia imperfecta, es necesario para la supervivencia del sistema político, que éste resuelva problemas de agencia básicos,  motivando a los altos oficiales del gobierno, a través de estructuras institucionales  y restricciones constitucionales.

Es válido preguntarse, cuáles son las fuerzas que sostienen la constitución de un sistema político. Según Myerson (2005) las reglas de una constitución pueden ser reforzadas solo por acciones de personas individuales, y esos individuos deben tener una motivación positiva para reforzar esas reglas constitucionales. De tal modo, que una constitución puede ser efectiva tan sólo, cuando hay agentes políticos específicos, que esperan ser recompensados en la medida en cómo ellos apoyan las reglas constitucionales. Pero que al mismo tiempo, podrían perder los beneficios y privilegios, si ellos no cumplen con sus responsabilidades constitucionales.

Sin embargo, la información más útil para ejercer presión efectiva y posicionar un grupo de interés, sigue siendo costosa y difícil de adquirir. Por lo tanto, los sistemas políticos democráticos son ineficientes. En sentido estricto, el gobierno no sirve a la mayoría, como lo haría si ésta estuviese bien informada. Pero nunca la mayoría se informará bien, puesto que el hacerlo es colectivamente racional, pero individualmente irracional. Y en ausencia de cualquier mecanismo que asegure la acción colectiva, prevalece la racionalidad individual.  En últimas, el electorado se somete a un proceso de “explotación extensiva” por parte de los grupos de presión que si tienen recepción en las políticas del gobierno, y del gobierno mismo; además, por parte de los “rent-seekers[8]. La efectividad de los grupos de presión recae precisamente, sobre la actuación racional de los mismos, los individuos explotados (por fuera del grupo de presión)  y el gobierno.

5.3.2 Un Modelo de Decisión Electoral

Suponga que en una sociedad con democracia participativa, los n ciudadanos pueden participar en la elección entre el candidato j perteneciente a un partido político,  y otro candidato  perteneciente a otro partido político. Cada ciudadano i puede elegir entre votar por el candidato j de su preferencia, en cuyo caso obtendrá un beneficio de , (); votar por cualquier otro candidato, en cuyo caso obtendrá un beneficio , y supondremos que es nulo: , ó elegir no votar, esto es, abstenerse, cuyo beneficio es . En general, cada una de éstas acciones pertenece al conjunto  de acciones, tal que . Suponga además, que la estructura de preferencias del ciudadano i es:  . La probabilidad de ganar de  es p y la probabilidad de perder, o lo que es lo mismo, de que gane es  (1-p). Si el ciudadano i decide votar debe incurrir en un costo asociado con dirigirse a las urnas y capturar información sobre los candidatos . Además, si el candidato de su preferencia gana, el ciudadano i obtiene una ganancia adicional  que corresponde a los favores que recibirá de su partido político, por haber apoyado la elección. De tal forma que, la utilidad esperada  del ciudadano i de cada acción , viene determinada por:
Ó en forma General:

Dado las preferencias del ciudadano i, el o ella debe decidirse entre votar por el candidato de su  preferencia o abstenerse. Por tanto, la regla de decisión del ciudadano i es:
Si  decide votar
Si decide abstenerse

Esto es, el ciudadano i vota si y solamente si:
Si el

5.4 Elementos Críticos De La Teoría Política Formal

En términos generales, la teoría política formal se ha enfocado en el conjunto de instituciones norteamericanas, y ha dejado de lado en el análisis, el estudio del comportamiento electoral en otras latitudes. Desconociendo no sólo así, las particularidades de los procesos políticos en diferentes países, con distintas culturas e historias políticas, sino también, el hecho mismo de que el análisis político debe plantearse en el estudio de las instituciones mismas.

Además, en la política a diferencia de la teoría de precios, en muchas ocasiones los electores no votan por el candidato que más prefieren, sino que, dependiendo del sistema electoral establecido, los electores terminan eligiendo su segunda opción más preferida o su tercera opción más preferida,  sin  que estas elecciones se vuelvan irracionales. O en ocasiones, prefiriendo la abstención, ó al candidato o partido corrupto. Por lo cual, es necesario tener en cuenta teorías y modelos en los cuales, se haga evidente la posibilidad que tiene un votante de elegir a un candidato dependiendo de las predicciones sobre las posibles elecciones de los otros votantes.

Introducir la estrategia en el análisis político, ha permitido construir numerosos modelos desde la economía, que simplifican las principales implicaciones de las acciones de candidatos y votantes (Cox, 1987, 1990; Myerson, 1993, 1996 ), y que muestran, una nueva perspectiva de solución de los problemas políticos más frecuentes, en países como los de América latina. Al presentar como conceptos de solución los liderazgos coordinados, o los acuerdos de participación política y control ciudadano. Por ejemplo, Myerson (2005) revela la necesidad de tener en cuenta que los factores culturales pueden afectar el posible éxito de una democracia, y éstos podrían mostrar la dirección de la política económica para promover el cambio de estado social.



[1] Hay generalmente gran correlación entre la intención electoral y la predicción del probable ganador. Dos procesos psicológicos podrían explicar esa relación: El efecto “bandwagon”, donde las especulaciones sobre el vencedor  influyen sobre la decisión política; más el proceso de proyección, donde los individuos pueden proyectar su propia intención política sobre otros y esperar que el comportamiento electoral de éstos, sea idéntico al suyo propio.
[2] Como veremos más adelante, esta es una posición radicalmente diferente a la de la Teoría del Ciclo de Negocios Político, al poner factores como la imagen pública y las percepciones de ésta,  por encima del desempeño del gobierno y sus agentes de política económica.
[3] Se trataría de democracias plebiscitarías como las que imperaron en el cono sur hasta mediados del siglo XX. En estos países, los mecanismos de representación política parlamentaria, perdieron peso frente a la autoridad presidencial, por lo cual los caudillos que accedían a la primera magistratura, pretendían  legitimar su poder a través de un contacto directo con el pueblo.
[4] Existe una dependencia recíproca de los fenómenos políticos. Tanto el sistema electoral influye en la organización de los partidos, así como, los partidos pueden reaccionar ante el sistema electoral, utilizando los votos para mantener cohesión, disciplina y finalmente, el poder en los escaños públicos. (Duverger, 1992)
[5] A partir de esta definición, el análisis de Downs (1957) gira en torno a las ideologías, más que a las políticas detrás de un sistema de partidos.

[6] Entendemos por bienes públicos, aquel tipo de mercancías que cumplen con dos condiciones: la no rivalidad y la no excluibilidad. La primera se refiere, a que su uso por parte de un individuo no impide que otros lo consuman. Mientras que la segunda,  se refiere a que la utilización de un bien no puede ser impedida  por ningún otro individuo.
[7] La posibilidad de obtener resultados acordes con los intereses comunes del grupo, garantiza un resultado coordinado. No obstante, supone la agregación de preferencias individuales, lo que nos lleva al Teorema de la Imposibilidad de Arrow que se tratara en el siguiente capítulo.
[8]Rent seeking” o búsqueda de rentas, hace referencia a aquella situación, donde individuos que tienen acceso al poder o algún bien publico, están atentos a obtener beneficios privados, aprovechando su posición laboral o social.

sábado, 30 de agosto de 2014

EL INTIRNCADO CAMINO DE LA CONFIANZA Y LA LEY EN LA IMPLEMENTACIÓN DE POLÍTICAS PÚBLICAS: CONNOTACIONES MORALES DE LA INTEMPERANCIA DEL DERECHO POSITIVO.
Por: Raúl Cortés Landázury*
Entre la tradición burocrática y la pluralista, de la nueva gobernanza, la administración publica, se debate en un sugestivo transe con profundas implicaciones tanto para la teoría y la practica de la administración publica, como para el desenvolvimiento del estudio de las políticas públicas y las reformas del gobierno1 .Desde la teoría de la política publica autores como Sabatier y Mazmanian (1999), y Van Meter y Van Horn (1975) se ha insistido en que los problemas de la implementación de políticas publicas dependen de factores como las normas, los objetivos, los recursos y la comunicación.
Como la implementación comporta, para las primeras, acciones efectuadas por los individuos y grupos (públicos o privados) con miras a realizar objetivos previamente definidos (Van Meter y Van Horn1999), una de las falencias protuberantes de los recientes análisis de políticas públicas es la no explicación del proceso de conversión de las decisiones en acciones o servicios públicos. Mientras que para Sabatier y Mazamanian (1999) el problema radique en identificar los factores que condicionan el logro de los objetivos normativos a lo largo de todo el proceso.
Centrándonos en esta última perspectiva, los estudios de esta naturaleza, aconsejan abordar aspectos como la tratabilidad, la capacidad del estatuto para estructurar el proceso y el efecto neto de las variables políticas. Así por ejemplo, en el primer caso, se vuelve importante determinar la disponibilidad de teorías y tecnologías probadas, la diversidad de comportamientos en el grupo objetivo y la magnitud de las modificaciones comportamentales requeridas2.
Sin embargo, una mejor definición del imperativo legal que caracteriza el segundo punto, en su relación con la racionalidad-burocrática frente al imperativo concensual y los cambios de comportamiento, le hubiera venido bien a este análisis, que aunque retoma en muchas oportunidades el papel de la ley en los procesos de ejecución e intervención social, no logran enlazar de manera convincente su vinculo con la Gobernabilidad y legitimidad del Regímen de gobierno y del sistema político.
Particularmente el papel de la ley como condición necesaria para la correcta aplicación de lo que dicta la formulación de la política publica, tiene serias implicaciones en el campo de la nueva economía institucional y en las prácticas de la administración publica en los llamados “países emergentes” ávidos de recetas institucionales Pero yendo más atrás, dentro de las teorías políticas liberales iusnaturalistas, el asunto se había enfrentado argumentando la connotación de la ley como el resultado del ejercicio racional de los seres humanos para regular sus comportamientos, tal cual el orden que la naturaleza impone. En efecto, el ejercicio de la “sin razón” lo antinatural, se previene con el reglamento. Pero vale notar como derivación de este comportamiento, el rol de la moral previa que se soporta en la deliberación sobre lo malo que podría venir y la consiguiente anticipación de ello, bajo el despliegue del derecho positivo. Es más, desde las posturas neomarxistas, como la de herencia Habermasiana, la razón comunicativa antecede a la ley, cosa que la persuasión y el acuerdo de hombres y mujeres libres al celebrar contratos se convierte en una condición previa moral al protagonismo del derecho; de manera que el acuerdo sobre la base de la confianza mínima (activo publico), está por encima de la connotación negativa, punitiva que transmite simbólicamente la ley. Pero dada la complejidad de los procesos sociales, como los de la implementación, desde la economía institucional se ha explorado una beta importante alrededor del análisis económico del derecho, basándose en las externalidades de la celebración de los contratos que desciende del teorema de Coase.
Cabe entonces preguntarse ¿Cuál es el papel del derecho en los ejercicios de intervención pública? ¿El predominio del derecho positivo asegura la cohesión social y la legitimidad del sistema político? Bajo una rotula como la antes comentada, se parte de una connotación negativa de la persuasión y la acción comunicativa, de forma que nace manida la deliberación y la confianza como mecanismo de coordinación social. En cambio, la hegemonía de los cálculos racionales y la desconfianza se impone a la intemperancia del derecho positivo.
Siendo así, el derecho se convierte en el antecedente-no consecuente- del dialogo racional y un instrumento de dominación punitivo, donde quien desconoce la ley queda al garete de quien se apropia de ella. De esta manera, lo que en otrora representara el respeto del orden natural, se “normaliza” y se “instrumentaliza” poniéndose al servicio de grupos de poder, entre los que se encuentra la burocracia, uno de los últimos eslabones del proceso de implementación.
Lo interesante de este asunto, es como la exacerbación de la ley y el derecho positivo, más allá de facilitar desarrollo de la coordinación social, como lo plantearon los filósofos liberales, corroe la confianza y la racionalidad comunicativa, cuestión que en los países subdesarrollados lejos de ser un vehiculo para dinamizar la actividad económica y el panorama político se ralentiza, cuando la “inflación legal” destruye el pegamento colectivo incrementando los costos de transacción y alentando incurrir en “la tragedia de los comunes” y el “dilema del prisionero”. De esta manera lo “antinatural” se convirtió en lo “normal”.
BIBLIOGRAFÍA
Meter, D. V. and C. E. V. Horn (1975 ). "The policy implementation process: a conceptual framework
88." Administration and Society 6 (4 ): 445-488.
Sabatier, P. and D. Mazmanian (1980). "The implementation of public policy: a framework of analys."
, January 1980 8(4): 538–560.

domingo, 15 de diciembre de 2013

Sobre Contrariedades y Oportunidades

Si  la década de los ochenta fue la década perdida para América Latina, y los noventas una década de luces y sombras, la pasada década ha sido denominada por la Comisión Económica Para América Latina –CEPAL- como la década de las oportunidades.
Sin lugar a dudas el aumento en la internacionalización de América Latina, la ampliación de tratados comerciales, la mayor integración comercial con el resto del mundo, el crecimiento de las exportaciones y la estabilidad macroeconómica han permitido que América Latina se encuentre ante un panorama de oportunidades que para muchos autores solo podrá hacerse realidad si se elimina uno de los mayores frenos para el crecimiento y la productividad: el rezago en infraestructura, puesto que el dinamismo comercial no podrá ser sostenible si no existe la adecuada infraestructura que lo acompañe e incentive (Lucioni, L., 2009).
La carencia de infraestructura no le permite a los países emergentes y en desarrollo aproximarse a su nivel de crecimiento del PIB potencial de largo plazo y elevar sus niveles de productividad y competitividad. La relación positiva entre infraestructura y crecimiento económico ha sido evidenciada tanto teórica como empíricamente en forma suficiente (Aschauer, 1998; Calderon y Serves, 2010). Por  tal razón, el rezago o carencia de infraestructura se convierte en una de las barreras principales para el crecimiento económico, además, que constituye un factor de permanencia de las asimetrías regionales y un límite para el desarrollo económico local en cuanto la infraestructura “condiciona y se adelanta en el tiempo a las inversiones privadas en otros sectores”[1] Para la actividad empresarial el rezago de infraestructura pública eleva los costos de electricidad y los costos de transporte terrestre, así como limita y encarece el acceso a puertos.
De acuerdo a los datos de Calderon y Serves (2010) en el cuadro 1, América Latina tiene los peores indicadores a nivel mundial en términos de infraestructura de telecomunicaciones, carreteras rurales, electricidad, agua potable y alcantarillado con respecto a cualquier otra región del mundo.
Tan solo el 46.6% de los hogares en América Latina tienen acceso a un teléfono fijo, mientras en el resto de países de ingreso medio esta cifra alcanza el 50.9% y en los países industriales el 90.5%. En agua potable la cifra es del 79% y en alcantarillado nuestro mejor indicador la cifra es de 93% mientras en los países industriales estos dos servicios tienen cobertura completa.
Nuevamente, este rezago no solo tiene impacto en la calidad de vida de la población sino que también frena las oportunidades de crecimiento económico. Por ejemplo para el caso de Brasil –el único país latinoamericano que hace parte de los BRIC’s (Brasil, Rusia, India y China)- la brecha de infraestructura resultante de una inversión insuficiente durante un periodo prolongado, no le ha permitido crecer a tasas superiores al 4% según datos de BBVA Research (2011). Según el Foro Económico Mundial – WEF por sus siglas en inglés- entre los mayores retos que enfrenta Brasil está la baja calidad y desatención de su infraestructura de transporte (puesto 79) además de la baja confianza en los políticos (puesto 121), baja regulación del gobierno (puesto 144), gasto irracional de recursos públicos (puesto 135), entre otros factores.



[1] Lucioni, L. 2009. La provisión de infraestructura en América Latina: tendencias, inversiones y financiamiento. En Serie Macroeconomía para el Desarrollo # 72. Pg. 7).

lunes, 16 de agosto de 2010

La Estructura Política Payanesa como Impedimento al Desarrollo Local

En la ciudad históricamente ha primado la ley del más fuerte, producto del establecimiento de familias reconocidas durante el proceso de la colonia; originando una distinción fuertemente marcada de clases sociales. Aunado a ello, las elites políticas no han interlocutado con la ciudadanía, lo que ha generado en la misma, un desencanto total sobre las posibilidades de un mejor futuro socialmente compartido. Las clases políticas por el contrario, han usado a los habitantes de la ciudad simplemente para mantener el poder económico y político; no siendo por demás extraño, la no representatividad del pensar colectivo en el estrado nacional, y por ende, la no retribución de los beneficios sociales que la ciudad reclama por derecho. Sin embargo, se mantienen cierto tipo de fidelidades electorales, como síntomas de la prevalencia de unas prácticas políticas tradicionales, que trasladan las relaciones de la vieja estructura hacendaria y patronal del siglo XIX, al manejo de la ciudad. Los caciques tradicionales, la hegemonía de familias, que casi desde la encomienda, dirigen directa o indirectamente la administración pública, mantienen el control social y sus prebendas, sin que ello, haya significado un salto cualitativo en la sociedad a partir del crecimiento y distribución del excedente económico (Quijano, 2000).

La situación política que ha vivido la ciudad de Popayán a través de la historia, resulta un tanto paradójica, en la medida que a pesar de la inconformidad de la ciudadanía con sus representantes políticos, éstos se han logrado mantener en el tiempo. La colonialidad del poder, es desde éste enfoque, el conjunto de actitudes, creencias y sentimientos que dan orden y significado a un proceso político y, que proporciona los supuestos y normas que gobiernan un sistema político. Este concepto lleva a pensar en la forma en que el sistema político ha sido internalizado por los individuos y supone la existencia de un sistema simbólico, que es compartido en general pero no de manera uniforme por los ciudadanos, respecto a las estructuras del sistema político, posibilitando la permanencia del statu quo.

En estos términos, el desenvolvimiento de una ciudad como Popayán ha obedecido particularmente a su contexto específico, pero condicionada por la dominación de las familias tradicionales y las clases dirigentes, lo que necesariamente ha provocado ritmos de crecimiento urbano y económico muy diferentes a los que demanda la sociedad payanesa, puesto que se han primado los intereses individuales en contra de los colectivos, lo que indiscutiblemente ha conducido a la configuración de una ciudad dual y a la generación de una serie de problemas al interior de la misma, los cuales no han permitido que la sociedad payanesa se dé la oportunidad de pensarse a sí misma y a partir de sus propias lógicas, ser capaz de resolver sus problemas sin la intervención de externos.

De este modo, “No queremos otro mundo apenas porque el mismo sería “posible”. Nosotros queremos que sea posible otro mundo “relevante” para todas las formas y modos de vida…” “…Eso implica liberarse de lo universal, mecánico y neutral, del “modo clásico” de innovación, y asumir el contexto como referencia, la interacción como estrategia y la ética como el garante de la sostenibilidad de un desarrollo relevante, donde quepan todos” (De Souza, 2007: 6). Por ende, existe la posibilidad de que la sociedad payanesa visione la ciudad que desea y de esta manera se comprometa con sus acciones a encauzar la dirección de la misma, guiada sencillamente por sus ideales y por la convicción de un futuro socialmente compartido en el que todos tengamos cabida.

lunes, 2 de agosto de 2010

Algunos Obstáculos para el Desarrollo Local en Popayán

Pensar el desarrollo local es una tarea ardua la cual involucra la participación y el compromiso de todos los actores de una sociedad y más aún si se piensa en una ciudad colonial - tradicional como lo es Popayán, por tal circunstancia, resulta imprescindible esgrimir algunos de los problemas de mayor relevancia, los cuales hacen parte de nuestra cotidianidad desde hace muchos años, pero quizá no se les ha dado el tratamiento pertinente, lo cual los ha convertido en situaciones comunes e insignificantes, las cuales hacen parte de nuestra cultura.

No es un secreto que la estructura productiva de la ciudad, actualmente no alcanza a absorber toda la población que se encuentra en edad de trabajar y mucho menos, de brindar oportunidades laborales a los nuevos contingentes de población que llegan a la ciudad motivados por el anhelo de seguridad frente a la amenaza que genera para ellos el conflicto armado. De ahí que la ciudad haya sido fuertemente golpeada por la caída de las pirámides en el año 2008, puesto que ante la inexistencia de una adecuada estructura productiva, sumado a bajos niveles de cualificación de los habitantes, se haya presentando una desbordada fe en un sistema de dudosa confianza para resolver los problemas económicos y peor aún, que aún se siga padeciendo del coletazo de aquel lamentable incidente el cual incremento significativamente los niveles de desempleo y pobreza.

Por su parte, a partir de problemas de tipo económico, se generan profundos impactos en el sentido de cohesión social, generándose antivalores que desencadenan conflictos interpersonales, contribuyendo, a la construcción de actores sociales con poco sentido de pertenencia e identidad.
De otro lado, no se puede desconocer que en los últimos años la ciudad blanca y tranquila ha cambiado para teñirse de negro o tal vez rojo, a partir de los elevados niveles y nuevas modalidades de delincuencia común u organizada, las cuales han conducido a que las principales causas de mortalidad ya no sean las enfermedades del corazón como hasta hace algunos años, sino los homicidios. A su vez, se han incrementado los índices de drogadicción, alcoholismo, conflicto intrafamiliar y los embarazos en adolescentes.

En cuanto a la política históricamente ha primado la ley del más fuerte, producto del establecimiento de familias reconocidas durante el proceso de la colonia; originando una distinción fuertemente marcada de clases sociales. Las elites políticas no han interlocutado con la ciudadanía, lo que ha generado en la misma, un desencanto total, sobre las posibilidades de un mejor futuro socialmente compartido, por el contrario, han usado la población sencillamente para mantener el poder económico y político; no siendo por demás extraño, la no representatividad del pensar colectivo en el estrado nacional, y por ende, la no retribución de los beneficios sociales que la ciudad reclama por derecho.
Si bien es cierto que ha crecido la población, necesariamente se han incrementado los lugares de residencia (en gran parte se han instalado sobre la periferia), lo aberrante de la situación es que existe una carencia de condiciones mínimas requeridas en los lugares de residencia para vivir dignamente. Adicionalmente, se crea una problemática de tipo ambiental, debido a la contaminación que se genera en el lugar y la que se produce en el contexto urbano, al perturbar la imagen paisajística.
Finalmente, puede decirse, que toda ésta serie de factores que se han venido resquebrajando con el pasar de los años no han permitido articular una visión planeada y concertada de ciudad, los cuales generan problemas aún más complejos y estructurales, de difícil solución. Donde cabe preguntarse, si ¿los nuevas generaciones, tendrán por lo menos las mismas oportunidades que tienen sus padres en la actualidad?, o, si por el contrario, se hace evidente un retroceso.
Tal vez estos no sean los únicos problemas que padezca nuestra ciudad, pero tal vez son algunos de los más relevantes y considero que si se piensa en un desarrollo local a futuro, no se pueden dejar de lado, por el contrario se hace imprescindible tratarlos con la debida responsabilidad y realizar una planeación a futuro de nuestra sociedad, en la cual tengan cabida todos y cada uno de los actores de la misma.