Siguiendo el modelo de Niskannen es posible implicar que una mejor gestión pública es posible si se tienen en cuenta tambien los intereses personales del burócrata. Su racionalidad le lleva a buscar maximizar no sólo el bienestar social sino también su bienestar individual. Bajo esta perspectiva los mecanismos de incentivos y los diseños de compensaciones y castigos para los funcionarios públicos se constituyen en la mejor forma de tener en cuenta la racionalidad del burócrata
jueves, 7 de agosto de 2008
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